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No busques colores ni diseño. Lo mío es el texo puro y una que otra foto. Saludos desde Chile.
La tarde estaba pegajosa y unas buenas chelas heladas permitieron superar los buenos 30 grados de calor que se acumulaban en el cuerpo en la cálida transición al otoño. En San Felipe, siempre se ha sabido, la temperatura supera por un par de grados, las marcas de Santiago o de Valparaíso.
El calor no dejaba al aire en paz, no dejaba al cuerpo en paz, no dejaba a la garganta en paz... en especial la garganta de seis amigos que, entre ellos Carlos (Carlitro, para sus más íntimos), se juntaban periódicamente para disfrutar de la compañía de los colegas de la infancia en apretados departamentos del vecindario.
La tarde ya perdía su luz cuando se acabaron las chelas, sin embargo, por esa magia que surge del ímpetu de jolgorio, el dueño de casa salió a comprar una botella de pisco Capel de 35 grados. La clásica botella para las piscolas para los carretes del fin de semana, mi alma!.
Nadie se percató, hasta que fue muy tarde, que la Coca~Cola ya no existía y solicitar un sorteo para para salir de compras simplemente fue inútil. La cerveza había dejado su huella entre los jóvenes treintañeros y la fiaca se apoderó de todos al momento de enfrentar el término de las chelas y la ausencia de la bebida cola.
Ninguna de esas circunstancias pudo, sin embargo, hacer desistir a los muchachones de seguir con la juerga. Y como el chileno es muy creativo surgió
el desafío.
Carlitro, haciendo gala de su espíritu competitivo tomó el guante y aseguró dejar en claro su "aguante, resistencia y capacidad", por sobre sus amigotes, al beber en el menor tiempo posible el contendio de la botella de pisco.
10 segundos se demoró Carlos Santos en ingerir todo el contenido de la botella. Fueron 750 ml. que lo llevaron a la muerte.
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